Con ello se nos quiere decir que Jesús ha venido para todos los pueblos, que la Iglesia está abierta a todos los pueblos.
Algo realmente nuevo, ya que por aquel entonces cada nación tenía sus dioses, los judíos, los egipcios, los romanos, los fenicios, etc.
Lo maravilloso es que también hoy estamos viviendo nuestro Pentecostés.
Es impresionante pensar que en este día nuestros hermanos en la fe estan esparcidos por todo el mundo, cada uno en su lengua, siguen escuchando las mismas maravillas de Dios.
Es para sentirnos orgullosos de pertenecer al nuevo Pueblo de Dios, la Iglesia Católica, es decir, universal.
De veras, Jesús ha venido a reunir a los que estábamos dispersos.
P. Francisco Dardichón S.J.