En el evangelio de hoy, encontramos repetidas veces estas sorprendentes palabras de Jesús: “Pero Yo les digo”, con las que cambia profundamente la Ley de Moisés, intocable para los judíos, y nos presenta un ideal superior al que hemos de tender los cristianos, que no somos seguidores de Moisés, sino de Jesús, que nos repite: “Pero Yo les digo”.
No basta con el matar, Jesús dice: No hay que enojarse con el hermano, y si hay enemistades, como suele ocurrir, hemos de hacer las paces antes de presentar las ofrendas ante el altar. Ante la avalancha de erotismo que convierte a la mujer en objeto sexual, Jesús nos invita a purificar nuestras miradas, a no mirar “con mal deseo”. Ante la facilidad con se jura haciendo la señal de la cruz, el evangelio de hoy no dice que nuestro lenguaje a de ser “si” o “no”, todo lo de más, viene del Maligno.