Las tres lecturas de este domingo tienen el mismo mensaje: la misericordia de Dios. En la primera lectura, la frase clave es la última: “El Señor misericordioso se arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo”. En la segunda, Pablo da gloria a Dios que tuvo misericordia con él que era un “blasfemo, perseguidor e insolente”.
En el evangelio, Lucas reúne tres parábolas de misericordia cuya clave de interpretación se halla en la introducción: se trata de una discusión con los fariseos y escribas cuya manera de pensar y actuar contrasta con el pensar y actuar de Dios. El centro del mensaje no es ni la oveja perdida, ni la moneda perdida, ni siquiera el hijo pródigo, sino el corazón de Jesús, el corazón de Dios que “acoge a los pecadores y come con ellos”, o, si se prefiere, la alegría de los encuentros que es relatada en las tres parábolas.
Alguien escribió que empezamos a ser cristianos cuando empezamos creer que Dios nos ama tal y como somos, pecadores. Nos ha de ayudar a ellos el mensaje de las tres maravillosas parábolas de hoy.
Francisco Dardichón sj.