viernes, 1 de abril de 2011

YO SOY LA LUZ DEL MUNDO

Detrás del relato colorido de Jesús dando la vista a un ciego, se descubre la intención del autor de presentarnos a Jesús como la luz del mundo y que frente a esta Luz se pueden tomar distintas posturas. Una de ellas es la de los fariseos que, a pesar de todas las evidencias, se empecinan en no creer. Otra, la de los padres del ciego, la postura fácil y cómoda de lavarse las manos y evadirse de la respuesta, de no comprometerse ante la persona de Jesús. Finalmente, con toda ironía, resulta ser el “ciego” el que “ve” en Jesús al Mesías prometido, y hace profesión de fe: ¡Creo, Señor!.

La historia se repite. Se nos invita a tomar postura ante Jesús. Algunos ante los ídolos del dinero, el poder, el placer no quieren saber nada del mensaje de Jesús. Otros, tibios, están sirviendo a dos señores, a Dios y algún que otro ídolo. Por suerte, también hay personas que de corazón aceptan a Jesús como la Luz que ilumina sus vidas. Estamos, hoy, invitados a decirle a Jesús, ¡Creo, Señor!.