sábado, 8 de septiembre de 2012

No solo con buenas intenciones haremos una gran comunidad


En los 50 años de la comunidad parroquial todos nos alegramos y agradecemos a Dios por lo que significa para cada persona. Es un tiempo de festejo que no puede quedar solo en la fiesta de aniversario sino que debe ser el inicio de una proyección a futuro. Detrás del cumpleaños de nuestra comunidad existe también una premisa profunda para las nuevas generaciones: “Continuar el legado de organización laical heredado por el P. Alejandro y fortalecido con P. Dardichón”.

La comunidad parroquial San Pio X para muchos de nosotros representa casi la mitad de nuestra vida de servicio y para otros mucho mas de la mitad. Grande es la fortaleza de Dios en personas que pese a las adversidades que pueden venir en sus estudios, con sus padres, sus círculos sociales y su trabajo han sabido mantener firme ese deseo de su corazón y espíritu: Intentar seguir los pasos del Maestro.

Recuerdo con cariño algunos rostros que en mi infancia supieron animarme a seguir el camino de la catequesis. Pero veo también como los años los va cubriendo con su manto blanco y frágil. No solo dieron mucho de sí sino que ¡aún continúan sirviendo a los demás!. Mi insignificancia ante esos espíritus fuertes y convencidos de su labor me ha animado durante mi caminar y como dijo un hombre sabio: “Supieron arder para encender”.

Mi labor de más de 16 años es fruto del fuego de un hombre que con su ejemplo y voluntad repercutió en la esencia misma de la historia del hombre: Jesús. Conocí un poco más de Él gracias a mi catequista de primera comunión (Jose Luis Sánches). En mi adolescencia, Hna. Gloria Jiménez, miembro de las hermanas Doroteas acompañó mi formación en liderazgo. Y finalmente logré tener un encuentro cercano con este gran hombre gracias al P. Francisco Dardichón quien me invitó a hacer los ejercicios espirituales de los jesuitas.

El Señor me ha permitido ser parte de la historia de la comunidad parroquial de Villa Coronilla aunque jurisdiccionalmente no me corresponda. Como muchos de mis compañeros catequistas San Pio X fue el lugar en el cual me sentí a gusto y decidí servir. No somos vecinos, parroquianos como dirían otros pero las personas de esta comunidad nos dieron tanto que hemos intentado retribuirle aunque un poquito siquiera.

He intentando todo este tiempo también “arder para encender”, como lo hizo el Maestro, como el P. Dardi confió que lo hiciera en San Pio X. Lamento que las jóvenes generaciones no hayan podido conocer a las personas con las cuales tuve la gracia de formar mi personalidad y espiritualidad. Pero de seguro hay otros planes para cada uno de ellos, Él siempre tiene un plan y un listado de personas que debemos conocer. Doy gracias públicas a cada una de las personas que me han aconsejado y acompañado.

Pero también es justo reconocer la humanidad, esa que nos caracteriza a cada uno y no nos permite estar en paz con nuestros hermanos. Debo reconocer mi temperamento frío, analítico, práctico y muchas veces hasta orgulloso, con él he lastimado a muchas personas. Vivir en comunidad o en una iglesia universal tiene estos matices pero aunque no quiera admitirlo significan también riqueza de opiniones, debate, diversidad, una comunidad viva... Mil disculpas a esas personas a quienes también pude hacer mal sin quererlo así.

Llamo a gritos a las nuevas generaciones a preocuparse por su formación académica y espiritual. Somos muchas las personas con buenas intenciones de colaborar desinteresadamente pero nuestra comunidad también necesita de personas capacitadas. Es necesario participar de cursos de formación cristiana, participar de retiros espirituales o para los que tienen la posibilidad un curso de teología. Los laicos hemos sido actores principales en 50 años y depende también de nosotros la herencia para los otros 50 años venideros.

No solo con buenas intenciones haremos una gran comunidad sino también con la personalidad e iluminación que nos puede dar la formación.

Felicidades estimada comunidad, mía también aunque ajena.


Richard Romero
Presidente de Catequistas