Lucas nos presenta hoy el encuentro entre dos mujeres. Por una parte, una anciana, Isabel, que representa el antiguo pueblo de Dios, que lleva en su seno a Juan el Bautista, el último de los profetas. Y, por otra parte, una mujer joven, María, que representa al nuevo pueblo de Dios, que lleva en su seno a Jesús.
Isabel saluda alegre a María: “Bendita entre las mujeres”. Nos quiere expresar que se acaba una época de la historia de salvación y llegan los nuevos tiempos, tiempos de la Iglesia, tiempos de grandes cambios, porque Dios “dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes”, como dice María.
Que la fastuosidad que rodea la celebración de la Virgen de Urcupiña, no nos haga olvidar la sencillez de nuestra Madre, Asunta al cielo, precisamente porque Dios “ha mirado la humillación de su esclava”. Y por ello,”desde ahora me felicitarán todas las generaciones”. Así mira Dios a los las personas, no por lo que parecen, sino por lo que son. ¿Somos humildes como María de Nazaret?.