viernes, 27 de mayo de 2011

MODELOS DE MADRES Y DE HIJOS

Para mostrar los valores que tienen nuestras madres quiero recordar a dos figuras importantes, en las cuales podemos ver un modelo de madre. No cabe duda que una de ellas es la Virgen María y la otra es Santa Mónica.

La virgen María es la madre de todos y sin duda es el modelo de una madre. Ella fue una persona con mucha fe que no dudó en cumplir lo anunciado por el Arcángel Gabriel y dio a luz a Cristo en un establo, en un lugar oscuro, rodeado de animales. Seguramente el nacimiento de Cristo, el rey de reyes, entre animales y en aquel lugar oscuro significa que en la oscuridad nació la luz y que los animales, asnos, vacas, toros, significan los falsos dioses que habían en aquel entonces. En esta escena nos podemos imaginar la felicidad que inundaba el corazón de la Virgen María, una felicidad que solo las madres, nuestras madres, la pueden comprender en su plenitud. Y ahí estaba María, que con mucha fe hizo la voluntad de nuestro Padre. Y fue ella la que tuvo la tarea, junto a José, de educar a Jesús.

En las escrituras no hay detalles de la niñez de Jesús, excepto de aquella visita del templo de Jerusalén, donde Jesús se perdió (Lc. 2, 41-52) a la edad de los doce años, y que María y José lo buscaron muy preocupados. Al encontrarlo María le dijo a Jesús "Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando". En esta cita bíblica, podemos ver que María y José tuvieron como nuestros padres la tarea de educar a Jesús y que Jesús como otro niño, seguro hizo travesuras y dio algunos angustias a sus padres. Por eso la Virgen María, es el modelo de madre porque ella sabe lo que es educar a un niño y conoce las preocupaciones de las madres.

Otro gran modelo de Madre es sin duda Santa Mónica, la madre de San Agustín. San Agustín relata en su libro "Las confesiones" que él tuvo una vida de perdición y que cometió casi todos los pecados que se podían cometer, siendo muy inteligente, letrado y apasionado por las letras latinas, era admirado por las cosas que lograba y además por su misma vida de perdición. Sin embargo, cuenta San Agustín, que su madre lloraba y oraba para que su hijo cambiara, para que no actúe más haciendo feliz a los hombres sino para hacer feliz a Dios, para que su hijo no se conforme con las felicidades pasajeras de este mundo y encuentre la verdadera felicidad.

Cuenta San Agustín que al leer los libros de Cicerón, se dio cuenta de que estaba equivocado y a la edad de 26 años decidió cambiar su vida y se avergonzó de cómo había vivido, de esa vida entregada a los vicios de este mundo. Una gran noticia para Santa Mónica! Porque sus rezos fueron escuchados.

¿Acaso nuestras madres no son también como Santa Mónica? ¿Acaso ellas no quisieran que cambiemos para ser hombres de bien? Es decir, que no solamente seamos inteligentes sino que seamos personas que vivamos una vida que haga feliz a Dios?

Sin duda María y Santa Mónica, son modelos para nuestras madres. Y Jesús y San Agustín son modelos para nosotros, hijos. Como modelos tenemos de seguirlos e imitarlos. Podemos ser como Jesús, no seremos salvadores del mundo pero él es nuestro ejemplo de una vida entregada al Padre, que anunció la buena noticia y denuncia las injusticias de su tiempo. Podemos ser como San Agustín, arrepentirnos de los errores que cometemos y buscar la felicidad verdadera. Como hijos, en este mes de María y de las madres, reflexionemos nuestro rol de hijos y así la Virgen María, Santa Mónica y nosotros mismos estaremos contentos con nuestras vidas.

Omar Vera - Alemania